La Historia del Persistente Demostenes

admin Febrero 21, 2022 No hay comentarios

Demóstenes (Atenas 384 a.C. – Calauria 322 a.C.) fue uno de los más grandes oradores de la historia y un político importante político ateniense. Sus famosos dotes de oratoria constituyen las últimas expresiones significativas de los intelectuales atenienses antes de caer en manos del Rey Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno.
Aprendió retórica estudiando discursos de oradores anteriores y su interés por la elocuencia son debidos en especial a su preceptor, que lo llevó a muy temprana edad a escuchar a Calistrato, orador de gran reputación en la antigua Grecia. Allí fascinado con la gloria y admiración que despertaba el mencionado, comenzó a practicar para llegar a ser un orador que despertara admiración como Calistrato.
Sus primeros discursos fueron judiciales, cuando trabajaba como abogado redactando textos para su uso en pleitos particulares. Allí es donde entra en contacto con la política, pero recién en el 354 a.C. comenzó con la oratoria de sus primeros discursos de esta índole, principalmente a la oposición de la expansión del reino de Macedonia hacia el sur.

El Deseo de Querer Saber Oratoria

Desde muy joven la oratoria constituía su más grande anhelo; sin embargo, la primera vez que tuvo oportunidad de hablar en público, su patético desempeño le obligó a abandonar la asamblea abucheado por la multitud. Era Demóstenes de pequeña y débil estructura física; su voz, trémula por un constante nerviosismo; tendía a tartamudear, y para colmo, su hombro izquierdo se levantaba en un movimiento incontrolable que le hacía proyectar una facha ridícula y cómica.
Después de su amarga experiencia y habiendo reconocido sus fallos, reflexionó acerca de lo que realmente deseaba: sus objetivos en la vida y tomó una radical decisión: se encerró en el sótano de su casa, se hizo rapar la mitad de su cabeza a fin de eliminar cualquier tentación de abandonar su claustro; colocó guijarros en su boca esforzándose al hablar para corregir su dicción.

La Lucha Daria por Conseguir Lo que Se Propuso como Objetivo

Busto Demostenes

Durante varios meses se ejercitó físicamente con largas carreras a fin de fortalecer su pecho y en un rincón de su habitación, colgó del techo una espada invertida, junto a un espejo, frente al cual practicaba sus discursos una y otra vez, tolerando el dolor que le imponía el arma y obligando a su cuerpo a mantener postura.
Llegó a ser el primer orador y escritor en los juicios públicos de Atenas. Sus discursos eran tan apasionados y sus palabras tan cargadas de emotividad que el ejército lo escuchaba antes de partir a la guerra.
Demóstenes fué, sin duda alguna, el más grande orador de la Grecia Antigua.
Este episodio de la vida de Demóstenes, deja claro, que el tener objetivos bien definidos, estrategias específicas para alcanzar metas y el conocimiento del propio desempeño constituye un motor para la mejora personal.

Se necesita tener el camino claro, saber qué habilidades se quieren desarrollar, el cómo hacerlo y obtener información sobre la medida en que se logran las metas. Se requiere la opinión de los demás, de instrumentos objetivos para valorar avances, al igual que su espejo o espada, para conocer el grado en que se desarrollan habilidades, actitudes y estrategias. Se busca tener las bases, capacidad y motivación para aprender por cuenta propia en busca de una superación permanente.

Por Que Se Rinde La Mayoria de la Gente

Es tiempo de que los buenos propósitos se vuelvan realidad. Es interesante cómo mu­chos jóvenes inician con entusiasmo y disposición la vida. . . pero, también es cierto que muchos se rinden en el cami­no, y ante esta realidad yo te pre­gunto… ¿Eres una persona que persevera en lo que haces? Si la respuesta es sí, ¡fantástico! Man­tén ese espíritu de superación y logro, que a su tiempo cosecharás el fruto de tu esfuerzo al perseve­rar. Dice este refrán:
“La perseverancia es un árbol de raiz amarga, pero de frutos muy dulces”.
Es posible que tus metas y proyectos de vida estén exigiendo de ti un doble esfuerzo, lo que en­tenderíamos como un llamado a la perseverancia. Ante esta expe­riencia, ¿cómo decidir finalmen­te? Rendirnos sería la decisión más cómoda, pero no la mejor.

Cuando era Joven demostenes Fue Vapuleado Muchas Veces

El joven Demóstenes soñaba con ser un gran orador, sin embargo este propósito parecía una locura desde todo punto de vista.
Su trabajo era humilde, y de extenuantes horas a la intemperie.
No tenía el dinero para pagar a sus maestros, ni ningún tipo de conocimientos.
Además tenía otra gran limitación: Era tartamudo.
Demóstenes sabía que la persistencia y la tenacidad hacen milagros y, cultivando estas virtudes, pudo asistir a los discursos de los oradores y filósofos más prominentes de la época. Hasta tuvo la oportunidad de ver al mismísimo
Platón exponer sus teorías.
Ansioso por empezar, no perdió tiempo en preparar su primer discurso.
Su entusiasmo duro poco: La presentación fue un desastre.
Fue un gran fracaso. A la tercera frase fue interrumpido por los gritos de protesta de la audiencia:

  • ¿Para qué nos repite diez veces la misma frase?
    -dijo un hombre seguido de las carcajadas del público.
  • ¡Hable más alto! -exclamó otro-. No se escucha, ¡ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!
    Las burlas acentuaron el nerviosismo y el tartamudeo de Demóstenes, quien se retiró entre los abucheos sin siquiera terminar su discurso.
    Cualquier otra persona hubiera olvidado sus sueños para siempre. Fueron muchos los que le aconsejaron –y muchos otros los que lo humillaron- para que desistiera de tan absurdo propósito.
    En vez de sentirse desanimado, Demóstenes tomaba esas afirmaciones como un desafió, como un juego que él quería ganar.
    Usaba la frustración para agrandarse, para llenarse de fuerza, para mirar más lejos. Sabía que los premios de la vida eran para quienes tenían la paciencia y persistencia de saber crecer.
  • Tengo que trabajar en mi estilo.- se decía a sí mismo.
    Así fue que se embarcó en la aventura de hacer todo lo necesario para superar las adversas circunstancias que lo rodeaban.
    Se afeitó la cabeza, para así resistir la tentación de salir a las calles. De este modo, día a día, se aislaba hasta el amanecer practicando.
    En los atardeceres corría por las playas, gritándole al sol con todas sus fuerzas, para así ejercitar sus pulmones.
    Más entrada la noche, se llenaba la boca con piedras y se ponía un cuchillo afilado entre los dientes para forzarse a hablar sin tartamudear.
    Al regresar a la casa se paraba durante horas frente a un espejo para mejorar su postura y sus gestos.
    Así pasaron meses y años, antes de que de que reapareciera de nuevo ante la asamblea defendiendo con éxito a un fabricante de lámparas, a quien sus ingratos hijos le querían arrebatar su patrimonio.
    En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fue ovacionada por el público hasta el cansancio.
    Demóstenes fue posteriormente elegido como embajador de la ciudad.
    Su persistencia convirtió las piedras del camino en las rocas sobre las cuales levantó sus sueños.
    ¡¡Animo tú puedes!! Sólo siendo persistente conquistarás tus sueños.

Frases de Demostenes

Estamos dispuestos a creer aquello que anhelamos.
Creer
Las oportunidades pequeñas son el principio de las grandes empresas.
Empresas
Haz que tus familiares te reverencien más que te teman, pues el amor sigue a la reverencia, más el odio al temor.
Familia
Necesitamos dinero, seguro, atenienses, y sin dinero nada de lo que debería ser hecho podrá hacerse.
Dinero
Si quieres ser feliz enteramente solo, jamás lo conseguirás.
Feliz
Los grandes sucesos dependen de incidentes pequeños.
Constancia
Sólo pensad: en el momento en que este tribunal se levante, cada uno de ustedes andará a casa, unos más rápido, otros con más calma, sin ansiedad, sin mirar por encima del hombro, sin miedo a que él vaya a ir corriendo contra un amigo o enemigo, un hombre grande o uno pequeño, fuerte o débil, o nada por el estilo. ¿Y por qué? Porque en su corazón conoce y confía, y ha aprendido a confiar en el Estado, en que nadie le acosará o insultará o agredirá.
Estado
El hombre que piensa que debe su nacimiento sólo a sus padres esperará hasta que llegue su natural y destinado final; el que es hijo de su nación está dispuesto a morir antes que verla esclavizada, y vigilará esos agravios e indignidades, que en la sujeción al bien común se ve impulsado a soportar, como más aterradores que la propia muerte.
Agravio
Estás al descubierto en tu vida y en tu conducta, en tus actuaciones públicas y en tus abstinencias.
Vida
Si se ven obligados a actuar en el espíritu de esa dignidad, en el momento en el que vengan a la corte a juzgar las causas públicas, deben recordar que con el báculo y el cargo cada uno de ustedes recibe la confianza del ancestral orgullo de Atenas.
Juzgar

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